La simplicidad

La simplicidad definitivamente posee nombre femenino.

Es un camino de acceso para quiénes buscan la verdad, la naturalidad y la claridad en todas sus formas.

     Está dotada de dos premisas importantes: profundidad y sencillez.

La primera busca explorar el adentro, cavar profundo sobre la pureza de las cosas y la segunda tiene la misión de exponerla de la forma más asimilable posible. Lo simple se ha despojado de todo lo innecesario, de todas aquellas chucherías y adornos que distraen de lo puramente estético; en cambio revela la riqueza de lo que están compuestas las palabras, las formas, los materiales… Lo simple es, pues, huir del ruido, de los espejismos que engañan  los sentidos.

   Tiene un carácter fácil de convencer, indivisible, que no conoce ni el disimulo, ni el disfraz ni el fingimiento. Es franco, sin rebozo y revela su rostro con sinceridad; está unido a los sentimientos innatos de la búsqueda de la autenticidad, la revelación fiel del candor que posee las manifestaciones más nobles del arte y el diseño.

  La simplicidad nos salva, es un portal que nos traslada a lo elevado del ser, a la infinita conciencia de lo verdadero, lo que yace dentro de nosotros, el tesoro mejor guardado.